No puedo negar que viajar a la Antártida no es hacer un viaje cualquiera. Solo llegar a la Terra Australis Ignota ya es una aventura en sí misma. Tengo la suerte de haber navegado y pisado el continente más austral del mundo ya en dos ocasiones, la última durante las pasadas Navidades. En ambas ocasiones, he viajado a la Península Antártica en velero, y puedo afirmar sin ninguna duda que es uno de los destinos más espectaculares del mundo: por la aventura, por los paisajes, por la fauna y porque todo lo que te rodea parece de otro planeta. ¿Te animarías a vivir una aventura así? En este post quiero descubrirte cómo es viajar a la Antártida al modo de los antiguos exploradores para que, quién sabe si en el futuro, te animas a venir con nosotros y coger tú el timón.

 

Una llegada nada sencilla

 

Solo llegar a la Antártida ya es una aventura. En primer lugar, tienes que coger varios aviones hasta llegar donde está nuestro barco. En nuestro último viaje, salimos pocos días antes de Navidad, con un vuelo desde Madrid a Santiago de Chile. Desde Santiago cogimos otro vuelo hasta Punta Arenas. Finalmente, otro avión nos llevó hasta Puerto Williams.

Puerto Williams es una población chilena situada en la Isla de Navarino, en la orilla sur del canal de Beagle. Con alrededor de 3.000 habitantes, es la población más austral del mundo. Esta ciudad es menos conocida que su vecina argentina Ushuaia, pero se está situando como uno de los principales puertos de salida de los viajes a la Antártida.

En Puerto Williams estuvimos unos días preparándonos para el embarque y visitando la zona. Tiene una belleza salvaje. Como parte de la Tierra del Fuego y es una zona ideal para hacer excursiones y descubrir el entorno. Si eres un amante del trekking, puedes recorrer, por ejemplo, los Dientes de Navarino, una caminata de entre 5 y 7 días que se considera la más austral del mundo.

 

Todos a bordo

 

Está claro que nuestro objetivo no era hacer trekking sino embarcar hacia el continente helado. Para ello, junto con la tripulación ayudamos a preparar el barco. ¿Qué barco, os preguntaréis los que podáis tener el gusanillo de viajar a la Antártida? Pues un barco muy especial, el velero Santa Maria Australis.

La forma más habitual de viajar a la Antártida es en crucero, con grupos bastante grandes y una ruta muy bien marcada. Sin embargo, nuestros viajes a la Antártida tienen otro concepto, ya que buscamos la autenticidad de los antiguos expedicionarios. Por eso viajamos con el Santa Maria Australis. Es un velero perfectamente equipado, en el que convivimos 7 viajeros y 3 personas de tripulación. Está capitaneado por la tripulación de SIM Expeditions, empresa con más de 25 años de experiencia en viajes antárticos.

La ventaja de ir en velero es que puedes descubrir la Península Antártica a otro ritmo. Puedes fondear el barco en sitios donde los cruceros no pueden atracar, por lo que puedes visitar territorios más vírgenes. Además, vives la navegación de una manera totalmente auténtica.

 

De Puerto Williams a Isla Decepción

 

La navegación se vive de una manera apasionante porque como viajero, colaboras en todo lo necesario, y desde el primer momento. Son 21 días de navegación, por lo que la unión con todos los que formamos parte de la aventura es muy importante.

Salimos de Puerto Williams con la emoción de navegar hacia lo desconocido. Desde el primer momento nos pusimos a trabajar. Desde que zarpamos hasta llegar a Isla Decepción, hay aproximadamente 4 días de navegación ininterrumpida, más 1 día más hasta pisar la Península Antártica. La navegación ininterrumpida significa que todos tenemos que estar al timón en algún momento. Nos organizamos en tres grupos, que hacíamos turnos de 3 horas al timón.

Algunos pensaréis que cualquiera no puede coger un timón de velero, y más si hay que navegar por el Paso del Drake. Pero la tripulación del Santa Maria Australis tiene muchísima experiencia y da las indicaciones con precisión para poder llegar a Isla Decepción sin ningún percance.

No negaré que durante la travesía hasta Isla Decepción, algunos viajeros sufren de mareos. El Paso del Drake o Estrecho de Hoces es el pasaje marítimo entre el Cabo de Hornos y la Antártida. Es tradicionalmente considerado por los navegantes como uno de los más tormentosos del planeta. Sin embargo, nosotros navegamos por él sólo cuando se garantiza que hay una ventana de buen tiempo. De ahí que, más allá de algún fuerte mareo por la falta de costumbre a bordo, llegáramos a Isla Decepción sin más incidentes que haber aprendido mucho más sobre navegación.

 

Primer fondeo

 

Isla Decepción en la AntártidaAtracamos en la protección de Bahía Teléfono, en Isla Decepción (una de las Islas Shetland del Sur) cºon la satisfacción de haber vivido una aventura única cruzando el Drake. Isla Decepción es un lugar muy especial. Es uno de los tres volcanes de la Antártida (junto al monte Erebus y la isla Buckle) donde se han observado erupciones.

El nombre en español es una mala traducción de la palabra inglesa deception, cuyo significado es ‘engaño’ y no ‘decepción’. Se llamó Deception Island por su engañosa apariencia de isla normal, tras descubrir que en verdad se trata de un anillo de tierra en torno a una caldera inundada.

Siendo la cima de un cráter volcánico, su forma es aproximadamente circular, con un diámetro medio de 15 km, con 18 km de norte a sur y 16 km de este a oeste. Su altitud máxima es de 539 metros en el monte Pond (o Campbell). En isla Decepción se encuentra la base española Gabriel de Castilla, que por desgracia no pudimos visitar ya que por el mal tiempo no pudimos atracar en la zona donde está ubicada.

Ahí empezamos a ver ya fauna antártica: focas, pingüinos, etc. Pero solo era el principio de todo lo que nos esperaba.

 

Pisamos la Península Antártica

Viajeros sobre un icebergTras estar al abrigo de isla Decepción, navegamos un día más hasta llegar al continente. La Antártida tiene 14 millones de kilómetros cuadrados y alrededor del 98% está cubierto de hielo, que se calcula que tiene un promedio de 1,9km de espesor. El hielo se extiende a todos los puertos del continente, excepto a los más septentrionales de la Península Antártica.

Es el continente más frío, más seco y más ventoso del planeta. La temperatura media en el tercer trimestre del año (el más frío) es de -63ºC, aunque se han llegado a marcar temperaturas de -89ºC. ¿Pensaréis que pasamos muchísimo frío en nuestro viaje, no? No es así, ya que visitamos la Península Antártica en el verano austral. Aunque estuvimos bajo cero, tuvimos temperaturas parecidas a un invierno en las zonas de montaña de España.

Nuestro viaje continuó por la Península Antártica y las distintas islas que la rodean. La península es la porción más septentrional del continente antártico. Está rodeada por el mar de Bellingshausen al oeste y por el mar de Weddell al este.

La navegación fue compleja pero apasionante, porque vientos de noroeste empujaban el hielo hacia la península y el canal de Lemaire estaba completamente lleno de hielo. Eso hizo que avanzáramos muy despacio y que fondeáramos bastante tarde cada día. Incluso alguna vez tuvimos que navegar empujando algún iceberg para irnos abriendo paso, emulando momentos que seguramente vivieron los viejos exploradores. Fue una experiencia que nos permitió vivir la navegación y el entorno a otro ritmo, gozando muchísimo del paisaje helado, de los icebergs y de la fotografía.

 

Hielo, fauna y el sol de medianoche

 

Iceberg en la AntártidaDisfrutamos de aguas mucho más tranquilas desde que llegamos a la Península Antártica, y eso hizo que nos deleitarnos todavía más con la navegación, los paisajes y la fotografía. Además, tuvimos la oportunidad de visitar algunas bases, como la antigua base británica Port Lockroy, la base chilena González Videla o la base ucraniana Vernadsky.

Los icebergs nos permitieron hacer fantásticas fotografías de paisajes e incluso desembarcar en alguno de ellos. Pudimos aprovechar cada rayo de luz, porque estando en la Antártida en verano… ¡nunca se hace de noche! Pudimos vivir la experiencia de disfrutar del llamado sol de medianoche. Es un fenómeno natural observable tanto en el círculo polar ártico como al sur del círculo polar antártico consistente en que, en las fechas próximas al solsticio de verano, el sol es visible las 24 horas del día. Es muy curioso ver como el sol parece que se vaya a acercar al horizonte, ¡para luego tomarte el pelo y volver a subir!

Pingüino Papúa en la AntártidaObviamente, no solo fotografiamos paisajes en la Antártida. Como fotógrafo de naturaleza, no podía perder la oportunidad de fotografiar la fauna tan especial del continente helado, ya que además era uno de nuestros principales objetivos. Por supuesto, tuvimos la suerte de capturar imágenes de pingüinos. Vimos tanto pingüinos Adelia, como pingüinos barbijo o pingüinos papúa. Como curiosidad, los papúa son los pingüinos más rápidos bajo el agua. Sus ‘vuelos’ consisten en combinar los desplazamientos tanto dentro como fuera del agua, saltando velozmente. De esta manera logran ahorrar energía y despistar a sus depredadores. Es una delicia poder capturar estos momentos con la cámara.

Por cierto, en la Antártida hay más aves que los pingüinos y también son muy interesantes. Tuvimos la oportunidad de observar y fotografiar gaviotines antárticos, palomas antárticas y cormoranes antárticos, por ejemplo.

Foca de weddell en la AntártidaAdemás de aves, observamos distintas especies de focas: focas de Weddell, focas cangrejeras y focas leopardo. Con una de estas últimas pasamos momentos un tanto divertidos. Hay que tener en cuenta que los animales en la Antártida no temen a los humanos, ya que no han tenido prácticamente contacto con ellos. Por ello, debes respetar las distancias con focas y pingüinos, aunque ellos no se asustan.

No solo vimos y fotografiamos focas y pingüinos en la Antártida, también tuvimos la suerte de ver ballenas jorobadas y alguna orca. Siempre emociona ver de repente las aletas dorsales de estos grandes cetáceos. Nos hacen ver lo pequeños y lo fuera de lugar que parecemos en medio del mar.

 

Vuelta a casa

CormoránDisfrutamos durante 21 días de navegación de todo lo que nos regaló la Península Antártica. Visitamos bases de distintos países, hicimos excursiones, nos subimos a algún que otro iceberg, dormimos fondeados en bahías de ensueño, celebramos el Año Nuevo, hicimos miles de fotografías, nos tomamos un whisky con hielo antártico (seguramente de cientos de años), y hasta nuestro amigo Adolfo nos cocinó una paella.

Finalmente, volvimos a la Tierra del Fuego, navegando de nuevo por el paso del Drake, subiendo por el canal de Beagle hasta llegar a Puerto Williams. Desembarcamos con la sensación de haber vivido experiencias inolvidables y con muchos aprendizajes bajo el brazo.

Para mí, visitar la Antártida es sin duda una de las experiencias más enriquecedoras. En este post, espero haberos podido transmitir una pequeña parte de lo que se vive en una aventura así. Si no lo he conseguido, recordad que lo podéis vivir vosotros mismos. ¿Os animáis a embarcaros en el Santa Maria Australis en esta temporada 2020-2021 con nosotros?