No hace mucho que ha terminado nuestro último safari fotográfico, y me satisface decir que ha sido todo un éxito. No solo porque los viajeros han quedado contentísimos, sino porque creo sinceramente que ha sido uno de mis mejores safaris desde que me dedico a esta profesión. La cantidad de fauna que había en el Masai Mara, el esplendor de la Gran Migración y las impresionantes tormentas, hicieron que la reserva nos recibiera en un momento dulce. Vivimos experiencias inolvidables, es difícil resumirlas todas. Pero no quiero dejar de explicaros los 6 momentazos del safari fotográfico de agosto, que han puesto el listón muy alto para los siguientes safaris.

 

Cachorros por doquier

 

Cachorro de leónEn el safari fotográfico de Semana Santa, nos hartamos de capturar cópulas de leones… unas cópulas que han dado sus frutos. Las manadas de leones tienen un montón de cachorros que hacen las delicias de cualquier fotógrafo.

En concreto, la manada de Topi Plains tiene siete cachorritos de tres meses. Por su lado, en la zona de Double Crossing hay otra manada con ocho granujas. Y digo granujas porque no paran de jugar todo el rato, de morderse la cola, de molestar a sus madres, de correr de un lado a otro… En realidad, estos juegos son un entrenamiento para ellos. Imitan a los mayores: pudimos ver cómo se agachan entre la hierba y saltan encima de sus hermanos o de sus madres, de la misma manera que lo hacen los adultos cuando saltan encima de una cebra o de un ñu.

 

El leopardo dormilón

 

No recuerdo si fue en el segundo o tercer día del safari, que vimos nuestro primer leopardo. Los leopardos son animales bastante esquivos, se suelen esconder en el bosque o en los árboles y solo salen para cazar, a menudo al amanecer o al anochecer. Así, nuestro primer leopardo lo vimos a medias: estaba escondido en los arbustos y solo se podía intuir su cabeza. Nos fuimos contentos de poderlo haber visto, pero sin sacar una foto decente. Pero lo mejor estaba por llegar.

Leopardo en un árbol en el Masai Mara

Foto de la viajera María José Torres

Al día siguiente localizamos otro leopardo. Llegamos hasta una zona bastante arbolada y densa, y la sorpresa fue que nos encontramos a un magnífico macho dormitando en una rama perfecta. Ni hojas ni otras ramas le tapaban, parecía que estaba posando para nosotros. Cabe recordar que, para el leopardo, el árbol es a la vez donde descansa, desde donde observa y caza a su presa, y donde almacena su comida. Desde lo alto del árbol, el leopardo puede tender una emboscada a sus presas y también dejar la comida fuera del alcance de algunos carroñeros.

En este caso, este leopardo estaba dormitando ya que ya había comido. En un árbol cercano encontramos “su almacén”, con un topi escondido entre las ramas. Disfrutamos muchísimo sacando fotos del felino, fue un momento único.

 

Una jirafa curiosa

 

JirafaSiempre hablamos de leones, de guepardos, de leopardos… pero hay animales maravillosos que también te dan momentazos inolvidables. En nuestro safari fotográfico, lo pasamos en grande con una jirafa Masai, la más grande entre las subespecies de jirafas. Su elegancia es incuestionable, pero lo que no es tan habitual es que estén muy cerca de los coches de safari.

En nuestro caso, nos encontramos con una jirafa curiosa. Fuimos acercándonos poco a poco a ella y no se alejó, lo que nos permitió fotografiarla de arriba abajo, aunque no fue una tarea fácil. Una jirafa adulta mide alrededor de cinco metros. La altura de las jirafas es también un mecanismo de defensa: una patada de jirafa es lo suficientemente poderosa como para aplastar el cráneo de un león o romper su columna vertebral.

 

Cópulas… ¡de avestruces!

 

En el safari fotográfico de Semana Santa vimos las cópulas de leones más inverosímiles; en cambio, en agosto ¡no vimos ni una! Bueno, mejor dicho, no vimos ni una de leones, pero sí de avestruces.

Las cópulas de avestruces son espectaculares, por su ritual de apareamiento. Los machos atraen a las hembras haciendo un baile: hacen un movimiento sincronizado de sus alas abiertas dispuestas como abanicos, a la vez que sacuden la cabeza y la cola. Ella decide si quiere aparearse y una vez se inicia la cópula, esta parece también un baile, ya que el macho sigue agitando sus alas como si fueran abanicos. En el safari vimos a un macho que se apareó tres veces y pudimos capturar unas fotos magníficas.

 

Un guepardo letal

 

No podía faltar en nuestro safari fotográfico de agosto una cacería. Es de las escenas más difíciles de conseguir y en ningún caso se puede garantizar lograr capturarla. Por lo tanto, tuvimos muchísima suerte.

En la época que fuimos, sabía que era muy difícil ver una cacería de leones, ya que había tal abundancia de presas que la mayoría de leones cazaban cuando hacía menos calor y cuando les era más fácil, es decir, de noche. Por lo tanto, siempre llegábamos a la escena cuando las manadas estaban ya desayunando.

Un guepardo era la mejor opción, ya que suelen cazar casi siempre al amanecer o al atardecer, siempre con luz. Logramos localizar uno con hambre y lo estuvimos siguiendo, hasta que oteó su posible presa: un impala. El guepardo se agazapó entre los arbustos, a la espera. El impala no era consciente de que le quedaban pocos minutos de vida. Rápidamente colocamos el coche en la mejor posición, y nos quedamos también a la espera.

Fue espectacular ver cómo el felino lanzó su carrera. Pueden llegar a alcanzar velocidades de 120 km/h. En menos de cinco segundos ya tenía al impala entre sus dientes. Aunque los impalas son animales rápidos (alcanzan los 80 km/h), no tuvo nada que hacer. El hambriento guepardo empezó a comer enseguida y al cabo de un rato decidió arrastrar a la presa a los arbustos, lejos de la mirada de los que la observábamos.

 

Uno de los mejores cruces del río Mara de la temporada

 

Es cierto que una escena de cacería es muy difícil de superar, pero en esta ocasión, lo conseguimos. Estábamos en el safari fotográfico especial “Gran Migración” y no nos podíamos ir del Masai Mara sin intentar ver cómo los ñus cruzaban el río Mara.

El cruce del río Mara es el principal foco de atención durante la Gran Migración, por lo que hay que estar concienciado de que en los principales puntos de cruce habrá muchos coches y de que hay muchas probabilidades de que no les veas cruzar. Los ñus son animales imprevisibles: de repente pueden llegar corriendo a la orilla del río, pararse de golpe, darse la vuelta e irse por donde han venido o irse a cruzar por el sitio más complicado y recóndito del río. Por lo que el hecho de que haya ñus no garantiza que les veas cruzar el río en busca de mejores pastos.

De hecho, en nuestro primer intento fracasamos. Estuvimos esperando varias horas a los ñus en un punto del río, y no se decidieron. Cuando decidimos abandonar y probar en otro punto, llegamos tarde: habían cruzado hacía cinco minutos.

No desfallecimos porque lo mejor estaba por llegar. Al día siguiente hicimos un nuevo intento. Averiguamos la dirección que seguía un gran grupo de ñus y nos situamos en un punto concreto a la orilla del río. Estuvimos esperando y esperando. De repente nos dijeron que los ñus habían cambiado de dirección y decidimos movernos. Fue un paso en falso ya que una vez habíamos recorrido unos metros, vimos que los ñus volvieron una vez más hacia la dirección inicial. Dimos media vuelta y nos colocamos una vez más en el mismo sitio. Luego, con los nervios, tocó esperar otra vez y cruzar los dedos.

Cruce del río Mara

Foto del viajero Aurelio Hernández

Estuvimos en silencio un buen rato y de golpe, como de la nada, empezamos a oír el mugido de unos cinco mil ñus acercándose. Fue impresionante. Se acercaron hasta la hasta la orilla y de repente se quedaron en silencio. Parecían esperar a que un valiente saltase al río. Y así fue: en cuanto uno se lanzó al agua, le siguieron miles. Es un espectáculo difícil de describir, no paraban de cruzar ñus. Y, por supuesto, ¡no podían faltar los cocodrilos! Al menos vimos a diez ñus caer en sus fauces.

Algunos pensaréis que este espectáculo duró poco tiempo, ¡todo lo contrario! Estuvimos más de una hora y media viendo cómo cruzaban el río. El gran grupo cruzó primero, pero luego algunos se despistaron, y volvieron a cruzar por donde habían venido. Además, muchas crías se quedaron a un lado del río y sus madres en el otro, creando un caos angustiante. Algunas crías se atrevían a saltar, otras madres cruzaban de vuelta. Fueron escenas increíbles. De hecho, nos fuimos del río cuando todavía quedaban ñus por cruzar!

Sin duda, fue el mejor de los 6 momentazos del safari fotográfico. Sin embargo, aunque no hubiéramos visto este cruce, el safari ya fue espectacular de por sí. Lo bueno es que, aunque vimos muchísimas buenas escenas y fotografiamos todo, siempre quedan cosas por ver en la reserva. ¡El Mara siempre sorprende! En cualquier época del año tienes la oportunidad de ver escenas distintas, paisajes diferentes y amaneceres y atardeceres espectaculares. Por ejemplo, en nuestro safari fotográfico de noviembre visitaremos la reserva cuando ya hay mucho menos turismo y podremos estar a nuestras anchas. En Semana Santa, nuestro safari se encuentra con el Mara verde y precioso por las lluvias, con la perspectiva de hacer magníficas fotos.

Si te gusta la fotografía y la naturaleza y quieres vivir escenas como las que vivieron nuestros viajeros (que son ya amigos), no dudes en consultarme.